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¡¡El Inicio de mi sentido por el cual llegar a un punto de partida!!

  • Foto del escritor: Gabriela Soledad Machado Yaque
    Gabriela Soledad Machado Yaque
  • 7 may
  • 8 Min. de lectura

Hay un momento o tal vez han pasado varios momentos por los que me detenga y sienta que es este el momento para frenar y comenzar algo.

¿Contradictorio tal vez?

Plantearme dar este paso es verdaderamente muy valioso para mí. Intentar estructurar mi presencia formulando un mensaje lo más auténtico posible, consciente, que me reconozca dentro del recorrido de mi vida, que manifieste mis intereses y posibilidades tanto presentes como futuras. Quiero presentar un enfoque que pueda visualizar las bases para comunicarme y comunicar, desde lo personal y lo profesional, vinculando lo vivido, así como la formación adquirida de mi propio vivir.


¿Quién soy?

Pienso en dar el “punta pie” del inicio. Poder iniciar mi búsqueda de relevancia de una interrogante que me permita plantearme y reflexionar sobre mis situaciones vividas, alguna que haya cambiado algo en mí. Alguna historia que se conecte con lo que pretendo compartir.

Hay un momento en que mi mundo se sacudió, por decirlo de alguna forma, que me hizo reflexionar y replantearme mis prioridades, mi forma de ver, comprender y sentir la vida, a las personas que forman parte importante para mí y el cómo interactúo con ellas: la forma en la que vivo, en la que me comunico conmigo y con los demás.



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¿Cuál es la historia de mayor relevancia en mi vida? ¡Vaya pregunta!

Esto despierta un relato íntimo, profundo que viví hace algunos años.

Intentaré redactar mi testimonio de resiliencia, un testimonio de mi transformación humana y de reencuentro conmigo misma atravesando mi sentir sobre el dolor, el miedo y la gratitud, entre otras revelaciones que se puedan despertar.

En el año 2015 atravesé diferentes situaciones que de cierta forma son el inicio de un cambio positivo y de gran crecimiento. Desde pequeña padecía dolores de cabeza, recuerdo que siempre los tuve solo que no conocía la causa de eso, a mis 12 años fui a una consulta médica donde manifesté que sentía que mi corazón se paralizaba o se aceleraba quedándome sin aire con un dolor en mi cabeza, el que me ocasionaba ver aureolas de colores y pequeños destellos de luz que me rodeaban y me seguían a donde fuera; me diagnosticaron migrañas y asma nervioso, recomendándome analgésicos y un inhalador; esto me ayudo en algunas ocasiones de falta de aire y dolor al respirar frente a situaciones que me causaban nerviosismo o temor, incluso hubo instancias en las que encontrándome dormida me sobresaltaba a causa de un sueño que no era agradable por lo que utilizaba el inhalador lo que me permitía calmarme y recuperar mi respiración adecuada, dejando de jadear intentando obtener oxígeno. Aquel diagnóstico sin seguimiento lo tome siempre con pinzas, al igual que sus recomendaciones de medicamentos. Padecía dolores de cabeza altamente potentes en reiteradas ocasiones; un dolor de esos que te generan lágrimas, incluso si no lo deseas las lágrimas fluyen. Un dolor por el que necesitas respirar tan profundo que sientes que te duele el pecho y que te quedas por instantes sin aire para que llene tus pulmones, ese dolor que inhibe tu capacidad de entendimiento y solo deseas recostarte a oscuras para intentar calmar la mente porque tus pensamientos te causan dolor.

Convivir con el dolor para mí era habitual y creo que aprendí a esconderlo de una forma que aun siendo una niña nadie lo notaba como para que les llamara la atención o se les ocurriera analizar una posible causa.

Ingresé a la fuerza efectiva militar de Fuerza Aérea el 1 de enero de 2013, realicé tres meses de entrenamiento sin mayores consecuencias y comencé a trabajar en la Sección de Infraestructura dentro de la Dependencia del Servicio de Mantenimiento ubicada en el predio de la Base Aérea de Carrasco y la Brigada Aérea I. Trabajaba en esa sección por mi experiencia y conocimientos de albañilería, sanitaria, pintura y jardinería que adquirí desde chica por el legado de mi familia, mis padres son muy creativos y grandes emprendedores, con una facilidad para aprender y con un compromiso en el afán de vivir lo mejor posible, algo que agradezco por transmitirme como un valor. “Aprender de todo un poquito es esencial para aprender a vivir”

Trabajando en la Sección de Infraestructura conté con la suerte de que un persona muy agradable y sabia cumpliera el rol como Encargado de Sección. Una persona observadora, de esas a las que su personal a cargo les importa. Él observo características de mi comportamiento que yo asumía de forma cotidiana, a las que no les prestaba tanta atención. Para él no eran comunes ni cotidianas. Un día el dolor de mi cabeza me estaba ganando el control que había desarrollado para tolerar aquel malestar tan potente, un dolor que me desestructuraba por momentos. Entonces, me dice: “estas bien?, ¿te duele algo?, ¿tienes algún problema?.... yo estaba intentando controlar la situación intentando calmarme y disminuir ese dolor e incomodidad, encontrándome sin la posibilidad anhelada de estar escondida, sin luz, con el mayor silencio posible, recostada; porque tenía que cumplir con mis tareas laborales. Había desarrollado la habilidad de tolerancia al dolor, presionando con mi mano derecha un punto de presión detrás de mi cabeza en la zona de la nuca, colocando mi dedo pulgar aplicando presión, mi dedo índice detrás de la oreja y mi dedo mayor delante por encima casi en la cien, aplicaba presión hasta que el dolor comenzaba a ser cada vez mas liviano, entrecerrando mis ojos minimizando el dolor, en ocasiones también solía taparme la vista con la mano. Esto me permitía por un momento transportarme, dejar de pensar que esta en un sitio incomodo en el que no quería estar, en mi mente me iba a un lugar tranquilo donde respiraba un aire tan fresco que limpiaba todo malestar, se que suena loco, pero lo lograba y el dolor disminuía y podía controlar la situación. Mis movimientos corporales se enlentecían un poco manteniendo así un control constante de aquel dolor agobiante que en ocasiones generaba que mi ojo derecho temblara y lagrimeara sin control.

Y aunque yo pensaba que lo estaba controlando, para mi encargado era visible que algo estaba mal. Leonardo Telles, “Mi Super Héroe”, porque presto atención y me dijo “tú tienes presión ocular o algún tema de presión, tienes que ver a un médico urgente, puede ser grave”, y no me dio la posibilidad de negarme a ello. Estoy realmente muy agradecida de su visión, porque esa instancia fue la necesaria para que hoy me encuentre aquí en este proceso de compartir mi experiencia de vida.

Inicie el proceso de consultas médicas, viendo a varios especialistas buscando la causa de un malestar inexplicable hasta el momento. Opciones más relevantes “migrañas”, un diagnóstico que manejaba hace años y por el que tomaba algunos medicamentos, esporádicos, debo reconocer y sincerarme, no me gustan los medicamentos y los evito, por lo que prefería y aún prefiero hallar otras alternativas para manejar el dolor y todo lo demás como vómitos, mal estar estomacal por días a causa de la intensidad del dolor y de la tolerancia implantada en mí.  Pasaron los días visitando doctores y llega el día en que me realizan una tomografía, que de hecho me descompuso y me genero una reacción alérgica, debiendo tomar antialérgicos por algunos días, ahora se que fue me genera esa reacción cuando utilizan “contraste” (sustancia, a base de yodo, que se administra por vía intravenosa y mejora la visibilidad de ciertas estructuras y tejidos en las imágenes). En este estudio visualizan con claridad cual era mi problema que me causaba tanto dolor. Era un quiste ecoloide que estaba alojado en el tercer ventrículo y había formado una especie de represa evitando la correcta irrigación del cerebro, porque no permitía el pasaje adecuado de líquido cefalorraquídeo o algo así. Esto también me provocaba alguna dificultad en la vista por momentos. Otra característica relevante para mi era que yo escuchaba ese líquido en mi cabeza, ¡Sí! Lo escuchaba, ¡constantemente! Como si hubiera colocado una caracola para oír el sonido del mar y era porque en mi cerebro ¡había todo un océano! JJAJA

En el momento en que leí el informe de diagnóstico junto con un pase urgente al neurólogo que me dejo por un momento sin entendimiento y con entendimiento de que ahora sabía la causa de mi dolor. Me internaron el lunes 01 de abril y el miércoles 03 luego de realizarme una resonancia magnética, muy diferente a la tomografía, ¡una experiencia reveladora para mi mente que no sabe estar en quietud!

Me solicitaron poner la mente en blanco. ¡No calculaban que no soy tan normal y que esa recomendación a mi persona es la menos indicada! JAJAJA. Creo que debe, en mis recuerdos, ser el momento en que pensé tantas cosas en tan poco tiempo, ¡tenía más de mil pensamientos por segundo! ¡cómo para hacerse una idea! De la velocidad de pensamiento y acumulación de pensamientos que sin duda generaban en mi cuerpo un sinfín de emociones cruzadas y contradictorias por la misma velocidad y cantidad en la que pensaba. ¡Una locura! Sólo hoy de pensar en ello mientras intento ponerlo en palabras escritas.

Creo que mi presión se fue a las nubes, solo que ni me di cuenta, ni lo sentí, no sentí nada, solo pensaba y las emisiones de mi ser actuaban por si solas sin manifestármelo a mí. Luego de esto, se suponía que querían tener en observación por unos días y resultado ese día me operaron. Creo que mi cerebro en sus pensamientos aceleró el proceso para evitarme la instancia de tener que encontrarme tantos días dentro de un sitio que rechazaba, los hospitales. La realidad es que la experiencia de una resonancia magnética no es agradable, nuevamente contraste, malestar, etc. Y se suma que la afección de la vista de agudizó, ya casi no veía del ojo derecho y el izquierdo se nublo. Los destellos eran incontrolables, las aureolas de colores eran en blanco y negro, se movían las letras cuando intentaba leer el consentimiento de que me operaran. Otra anécdota.

En mi mente era una opción operarme y la neurocirujana me dice “cuando te di la opción de no operarte”. JE

Luego de la intervención quirúrgica por hidrocefalia en la que se me introdujo una derivación ventrículo peritoneal con la que convivo hasta hoy;01 me manifestó que era muy raro verme consciente interactuando con ella mientras visualizaba las placas que le mostraban un cerebro al borde del colapso, me dice en un momento que en casos con esas características el paciente normalmente estaría en un coma y no hablando con naturalidad y menos caminando, me dijo que era un milagro que hubieran dado conmigo porque si no me intervenían en ese momento era muy probable que hubiera llegado sin posibilidades de hacer nada para revertirlo; que un día estaría sobre una escalera trabajando y simplemente caería y listo hasta ahí la vida. Y saben algo raro desde niña sentía que no iba a vivir tanto, que mi muerte sería instantánea y sería una persona joven cuando sucediera. Estos pensamientos me siguen hasta en este momento a reflexionar sobre ello y creo que Sí morí aquel día, murió aquella persona, murieron muchas características de mi forma de actuar, de mi forma de pensar, de sentir y de ver la vida y también aquel día nací nuevamente entendiendo que no deje de respirar y que solo existían mayores posibilidades de elección de como o para que vivir. Creo que podría estar respondiendo un poco sobre esta interrogante de mi mayor momento de relevancia en mi trayecto de vida.

 

Creo que al leerme puedo entender que este punto marca un antes y un después, que me muestra y ratifica que deje de ver y sentir muchas cosas de la vida y de como me relaciono con ellas. Considero que soy mucho mas observadora, aprendí a escuchar señales que antes ignoraba y a reconocer que incluso en medio del dolor más profundo hay espacio para crecer, sanar y agradecer. Puedo identificar el valor humano en las instituciones, la empatía, la comprensión, el compañerismo, entre otras.

Leonardo Telles me vio y no ignoro lo que muchos hubieran pasado desapercibidos como lo fue durante tantos años, él fue la pieza clave y creo que revela otro mensaje importante cuando alguien nos ve de verdad puede salvarnos la vida.

Rescato de mi experiencia la habilidad de construir mecanismos para soportar lo insoportable, algo a debatir reflexivamente. Rescato mi crecimiento inmerso en la adversidad y que, aunque era pequeña conviví con ello y desarrolle y perfeccione ese mecanismo de defesa hasta que fui comprendida por aquel que me observo con detalle y presto atención a mi necesidad de ayuda.

Me gustaría tomar esta historia para dar apertura a una conversación sobre la salud mental, la escucha del cuerpo, la empatía, los vínculos humanos y sobre todo reflexionar sobre el acto tan olvidado de aprender a escucharnos a nosotros mismos.



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1 Comment


Cecilia Ferreira
Cecilia Ferreira
May 08

Inspirador!

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